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Kodak apuesta por las baterías del futuro junto a Ateios Systems, mientras Wall Street cuestiona su presente financiero

En el corazón del norte del estado de Nueva York, donde las viejas fábricas de Kodak alguna vez marcaron el pulso de la innovación fotográfica mundial, hoy se gesta un nuevo capítulo que podría cambiar la historia de la energía. Kodak, en alianza con Ateios Systems, ha presentado un avance que promete revolucionar la fabricación de baterías de iones de litio: un proceso de recubrimiento de electrodos sin solventes, capaz de alcanzar velocidades de 80 metros por minuto, casi tres veces más rápido que el estándar de la industria.

La clave está en la plataforma RaiCure, desarrollada por Ateios. Su propuesta no solo mejora la eficiencia: también elimina los polémicos compuestos PFAS, conocidos como “químicos eternos”, mientras logra mantener recubrimientos más densos y estables, con capacidad superior a 5 mAh/cm². Para el Premio Nobel Stanley Whittingham, este avance podría reducir hasta en un 96% el consumo de energía en la fabricación de baterías, un paso crítico hacia la sostenibilidad (Whittingham, 2025).

Kodak pone sobre la mesa algo más que su experiencia en fotografía: su dominio en recubrimiento de precisión y ciencia de materiales. Hoy, su planta piloto ya puede producir 500 MWh anuales de electrodos, con la capacidad de escalar hasta 2 GWh, lo suficiente para impactar industrias que van desde los vehículos eléctricos hasta el almacenamiento masivo de energía. Terry Taber, Director Técnico de la compañía, lo resume sin rodeos: “RaiCure es una solución inmediata para un recubrimiento más rápido, ecológico y eficiente a escala industrial”.

Pero mientras la tecnología despierta entusiasmo, la realidad financiera de Kodak cuenta otra historia. Según datos de InvestingPro (2025), la empresa arrastra márgenes de beneficio bruto de apenas 18,6% y flujo de caja libre negativo, pese a generar ingresos anuales superiores a los 1.000 millones de dólares. El segundo trimestre de este año reveló la fragilidad: 26 millones de dólares en pérdidas netas, frente a los 26 millones en ganancias del mismo periodo en 2024. Los ingresos, además, cayeron un 1%, situándose en 263 millones.

 

En Wall Street, la lectura es clara: la innovación existe, pero la confianza aún está en juego. La narrativa de Kodak se mueve entre la nostalgia de una empresa que alguna vez dominó la fotografía y la expectativa de convertirse en un actor clave en la transición energética. Una encrucijada que, para los inversionistas, es tan intrigante como riesgosa.